La coqueta con estilo: una artista de las emociones
La coqueta con estilo: una artista de las emociones
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¿Te ocurrió que esa chica te clava la mirada, esboza una sonrisa, luego mira hacia otro lado, y al poco rato te lanza otra mirada intensa? ¿Es casualidad o te está coqueteando en silencio desde otro planeta? Pues bien, bienvenido al curioso y emocionante territorio donde el lenguaje corporal es difícil de descifrar. Algunas veces hay intención, otras es simple instinto, y en otras... es simplemente martes. ¿Insinuantes? ¿Las mujeres? ¡Qué va! Aunque quizá sí, un poquito. Ese guiño escondido, esa sonrisa por algo que ni tú entendiste, o ese “qué divertido eres, de verdad” que parece de una comedia venezolana, tiene su propio lenguaje. Ellas, en ocasiones, juegan con su atractivo como si siguieran reglas ocultas que solo ellas conocen.
Pero no todo es premeditado. Ciertas jóvenes son genuinamente simpáticas. No buscan destrozar ilusiones como si fueran cazadoras de atención; simplemente están siendo ellas mismas. ¿Acaso hay algo negativo en ello? En lo absoluto. De hecho, con más guiños y risas encantadoras y menos noticias tristes, viviríamos mejor, ¿estás de acuerdo?
Pero claro, también hay quienes, sin quererlo, te dejan con el corazón confundido. “¿Esto fue un ‘hay algo entre nosotros’ o un ‘eres simpático como un gato con sombrero’?” No es fácil saberlo. Pero ahí está el diversión: lo divertido de querer entender esos símbolos ocultos. El eterno dilema del hombre ante el coqueteo. Una mirada fugaz. Un suave sacudón de su pelo. Ese “¡ay no, qué tonto eres!” acompañado de un leve roce en el hombro. ¡Boom! Ya estás googleando “cómo saber si le gusto a una chica” como si la verdad estuviera en un tutorial.
Seamos realistas: ellas tienen su estilo propio. Una cadencia elegancia sofisticada única. Pueden estar mandando señales sin saberlo. Y tú ahí, con cara de detective emocional, intentando armar un rompecabezas sin instrucciones. Hay chicas que flirtean sin intención. Son amables y espontáneas, brillantes. Su encanto no busca más allá de la simpatía. Es como lanzar un guiño sin compromiso. ¿Es un arma? No. ¿Se trata de un talento natural? Sin duda alguna. Pero también existen las estrategas. Sí, aquellas que bailan con el deseo ajeno como si fuera un arte milenario. Manejan tonos, gestos y silencios como quien toca piano sin partitura. Y tú ahí, tocando triángulo mientras ellas tocan violín, completamente desconcertado.
¿Qué nos queda hacer? ¿Cómo no perdernos en este juego? Bueno, lo primero es verlo como un juego divertido. No todo tiene que ser tan serio. Una sonrisa no es una promesa ni juramentos eternos. A veces es una chispa entre dos almas que se cruzan, que comparten una mirada y nada más. La coquetería también es un espejo. Lo curioso del tema es que más de lo que pensamos las chicas coquetas no lo hacen pensando en ti. Lo hacen por su energía. Para sentirse radiantes, en armonía consigo mismas, en sintonía con su ser. Es como bailar: no todo baile necesita público. En algunos casos, ese juego funciona como proyección interna. Un espejo donde proyectan su ánimo, su seguridad, su estado interior. Y tú, de forma inesperada, eres el reflejo. Agradecido, claro. Porque ¿quién no sonríe ante una chispa de coqueteo en un día nublado?
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